Cambiaré de acera
31.01.2013 | 02:12
Fernando de la Hoz Elices A las seis de la mañana se enciende la radio. Oigo las noticias desde la cama. Me entra una gran congoja.
A las siete se enciende el televisor. Unos tertulianos discuten sin ponerse de acuerdo. Me enfado conmigo mismo. Leo los periódicos (páginas principales) a través de internet. Es el caos nacional, todo va mal en la economía y en la política. Me disgusto. Leo los periódicos locales: la misma sensación que al leer las noticias nacionales. Me cabreo. En el trabajo se habla de la corrupción en España. Y de la incompetencia de los políticos. Me inquieto.
En la tertulia del café, todo el mundo está serio por la situación de España. Me preocupa.
Los amigos me comentan situaciones límite de negocios, de desahucios, del sistema financiero. Me atormenta.
Me encuentro con un amigo que se ha quedado en el paro. No puedo darle solución y me entristezco.
Cansado de todo esto me propongo no tropezar en el mismo socavón al día siguiente y cambiar de acera.
La acera de enfrente está llena de proyectos, de ilusiones, de esperanza. No hay políticos corruptos ni incompetentes. Por ella solo pasea la sociedad civil, y no tiene socavones.
Inspirado en el cuento de Jorge Bucay «Darse cuenta», que, a su vez, se inspiró en un poema de un monje tibetano, Rimpoché.
A las siete se enciende el televisor. Unos tertulianos discuten sin ponerse de acuerdo. Me enfado conmigo mismo. Leo los periódicos (páginas principales) a través de internet. Es el caos nacional, todo va mal en la economía y en la política. Me disgusto. Leo los periódicos locales: la misma sensación que al leer las noticias nacionales. Me cabreo. En el trabajo se habla de la corrupción en España. Y de la incompetencia de los políticos. Me inquieto.
En la tertulia del café, todo el mundo está serio por la situación de España. Me preocupa.
Los amigos me comentan situaciones límite de negocios, de desahucios, del sistema financiero. Me atormenta.
Me encuentro con un amigo que se ha quedado en el paro. No puedo darle solución y me entristezco.
Cansado de todo esto me propongo no tropezar en el mismo socavón al día siguiente y cambiar de acera.
La acera de enfrente está llena de proyectos, de ilusiones, de esperanza. No hay políticos corruptos ni incompetentes. Por ella solo pasea la sociedad civil, y no tiene socavones.
Inspirado en el cuento de Jorge Bucay «Darse cuenta», que, a su vez, se inspiró en un poema de un monje tibetano, Rimpoché.