Una respuesta asturiana a la convocatoria del 20-N
La región debe tener una voz que se escuche en el próximo Parlamento de la nación
Quienes se acerquen a este país asturiano para verlo por dentro, verán desfilar ante sus ojos unos campesinos arruinados que han tenido que abandonar sus tierras y ganado; una minería desolada; una industria obsoleta y no competitiva; un empresariado decepcionado; un comercio abandonado a su suerte; un territorio incomunicado, unos jóvenes sin trabajo que abandonan su tierra por su propio pie; unos trabajadores sin perspectivas de mejora y un paro asfixiante... un país en definitiva donde mueren más que nacen.
Este panorama permite comprender el porqué del engendro de un nuevo partido político que ha irrumpido en este país de Asturias con el ánimo y la ilusión de regenerar la convivencia y el estado de bienestar de sus habitantes, dinamizando la economía regional hasta alcanzar el nivel que le corresponde.
Ya estamos contemplando quienes vivimos en Asturias tras las elecciones autonómicas y municipales unos cambios que a ningún asturiano le están pasando desapercibido. Carmen Moriyón y su equipo en Gijón está impregnando seriedad basada en una dirección por grupos y con un compromiso de gestión de la realidad, ante la necesidad de adaptarse a la situación de sobriedad a la que las cifras y los hechos de los anteriores regidores han llevado las arcas municipales, priorizando sus objetivos en función de las escalas actuales de valor de los ciudadanos, que no son otras que ver solucionado el excesivo desempleo y el desorbitado gasto de la Corporación municipal y sus empresas.
Tenemos en el Principado un nuevo gobierno liderado por Alvarez-Cascos, quien gobernando en minoría entre grupos políticos, trata de poner orden en el caos del endeudamiento de la Administración regional y en el resorte enmarañado que impide que las empresas asturianas desarrollen su actividad competitiva. Debe establecer con el mayor consenso posible las bases suficientes que den confianza al empresariado y a potenciales inversores que sean capaces de relanzar la economía asturiana, tratando a su vez de despertar el adormilamiento de sus gentes, consecuencia del envenenamiento de los embustes con los que han sido tratadas desde el actual Gobierno central.
Pero ahora, ante las elecciones generales, no debemos los asturianos obviar nuestra responsabilidad, que debe ir más allá de un voto de castigo a un gobierno nacional que ha venido jugando con la sinrazón. No debemos conformarnos tampoco con elegir a representantes de un gobierno con sentido de fortaleza nacional, capaz solo de cambiar la tendencia y corregir errores nacionales. Es cierto que es necesario y sea por lo tanto bienvenido. Asturias en estas elecciones generales necesita obtener una fuerte representatividad, que consiga hacer valer el país de Asturias dentro del contexto nacional, evitando así que nuestros elegidos se conviertan, como viene siendo habitual, en receptores de órdenes llegadas desde sus respectivos centros de mando nacional, mientras en paralelo vemos perder la cuota de representatividad regional dentro del todo de la nación.
Tiene que ser un lujo para Asturias que Alvarez-Cascos lidere a los diputados de FAC en las Cortes Generales. Conoce las necesidades de su región, tiene demostrada su capacidad como gestor, probada la dosis de exigencia en las negociaciones y en conseguir sus objetivos, es el presidente del Principado y en su mano tiene la posibilidad de movilizar si fuere preciso a la ciudadanía ante la hipotética falta de rigor en el equilibrio regional. Con una supuesta fortaleza de los votos de todos los asturianos en los que prevalezca el amor a su país y no su ideología, estoy seguro que tendríamos en la próxima legislatura una situación privilegiada para que esta región vuelva a tener lo que nunca debió perder: liderazgo en productividad, competitividad, empleo y por lo tanto en bienestar, desterrando la tendencia actual de convertirse en una región «sólo para morir».
Yo creo que merece la pena aunar esfuerzos en estas próximas elecciones generales, y tratar de conseguir que nos represente quien puede ser capaz de hacer valer nuestros derechos regionales ante el nuevo gobierno de la nación. Asturias merece este esfuerzo de voluntades para que quién salga elegido presidente del gobierno (todos los indicios dan por hecho que será el líder del Partido Popular) tenga enfrente unos diputados asturianos exigentes y que le recuerden en las permanentes negociaciones que sólo los burros son capaces de tropezar dos veces en la misma piedra.
Me voy a permitir para finalizar este artículo, evocar a Jovellanos y utilizar su pensamiento en el discurso dirigido a la Real Sociedad de Amigos del país de Asturias, sobre los medios de promover la felicidad del Principado: «Sólo el patriotismo que estimula al hombre a desear con ardor y a buscar con eficacia el bien y la felicidad de su patria tanto como el de su misma familia, puede servir de apoyo a la sociedad económica. El ciudadano que sienta su corazón animado de esta virtud social, será precisamente activo y celoso, y buscará con el mayor desvelo el bien de su país; más quien no sienta tal estímulo será un individuo tibio, perezoso e inútil, y más que de provecho, será de estorbo a la sociedad y a sus consocios».