¿a que viene tanta resignación y tanto silencio de tus gentes? ¿es acaso consecuencia del exceso de orgullo de los hijos de esta tierra ?
Los pobladores de esta tierra de campos, llevan tres siglos sufriendo las calamidades de moros y cristianos que realizaron en él sus más sangrientas guerras. Fue campo de batalla para guerreros que pelearon en los bandos de León o Castilla en la Reconquista. Los nobles que luchaban entre sí, escogieron también esta región como campo de sus ambiciones. En el período más reciente fue convertido en moneda de cambio por los gobernantes de turno para situar la nación española dentro de Europa, sacrificando hasta límites inimaginables sus únicos soportes de ingresos económicos, es decir la agricultura y la ganadería.
Su raza es un complejo de estirpes entremezcladas, por lo que se hace imposible establecer la realidad étnica de sus habitantes. De todas formas, una serie de caracteres, costumbres y modo de vivir, diferencian a sus habitantes de otros dentro del territorio español. Los cambios extremos de temperatura y las circunstancias climatológicas, han desarrollado la dureza de carácter, a la vez que han formado una piel dura y seca en sus cuerpos. Cualquier observador, podría sacar conclusiones de esta gente y asimilar su carácter con los parajes donde habitan, en los que nada sonríe a la vista, porque la ternura de la tierra está muy profunda y sin embargo la alegría del cielo está excesivamente alta.
La parca palabra franca y ruda de sus habitantes, expresa la seriedad de su pensamiento. La desconfianza es la característica más representativa de su temperamento, lo cual al igual que el caldo de gallina, nunca ha hecho daño a nadie. El esquema ideológico es el suyo propio, quizá debido a la uniformidad a la que están acostumbrados sus habitantes entre el cielo y la tierra que les rodea. A la verdad llega directamente y de forma directa, sin recovecos. Ortega y Gasset decía que aquí la hombría no se mide por lo que son capaces de hacer los individuos, sino por lo que pueden aguantar y por lo que son capaces de dejar de hacer.
Se han acostumbrado sus gentes a encerrarse en su orgullosa pobreza, a no exigir lo que se les promete y a desconfiar también de quién hace promesas. No es extraño comprender que amen tanto a su tierra quizá por haber visto como se ha dado su sangre tantas veces por ella. Una tierra que quizá no valga dinero, pero su forma de vivir les hace dignos, además de tener algo de sublime y de amable. Quienes han vivido en esta tierra arcillosa, quienes la han padecido se han descompuesto gritando su miseria, viviendo sus cien días naturales de heladas y ochenta y cinco de lluvias anuales .Por ello nada tiene de extraño que a cualquiera de nosotros cuando hablamos de ella, se nos vaya la mano hasta tal punto que los ajenos a este profundo significado nos lleguen a calificar de resentidos estúpidos. Solamente los poetas pagados han sido capaces de fabricar hermosas metáforas sobre un país que no acepta ninguna, antes bajo el sueldo de nobles ricachos y ahora calentando los oídos a los politicastros de turno.
La evidencia se muestra traspasando ligeramente las fronteras de nuestra región. Han sufrido nuestros antepasados una situación de injusticia global. Quienes se aprovechaban de esta situación, lo hacían porque sabían que solo correrían peligro si el pueblo de tierra de campos despertara, pero se aseguraban de que esto no sucedería, pues ya procuraban adormecer a sus gentes con embustes y envenenarlo con relaciones de crímenes, hasta que se pudrieran al sol como cadáveres insepultos.
Ha visto en su larga historia como el hacha acabó con sus bosques, la filoxera terminó con sus vides, y en la actualidad como los cultivos se presupuestan y se programan desde una centro político-económico a miles de kilómetros que se llama Europa, y aunque la comunicación por carretera y ferrocarril ha mejorado, no lo ha hecho así la moderna maquinaria de alta velocidad y la nueva tecnología, que continúa situando este país en subdesarrollado. Esta región sin fronteras naturales, delimitada por una línea divisoria imaginaria, ha llegado a convertir alguna de sus iglesias románicas en palomares, de sus castillos se han llevado piedras para utilizarlas como mojones o para pavimentar calles de otras regiones, las pinturas, esculturas y los frescos han sido llevados a museos de otros países. Los jóvenes se han ido por su propio pie y los mayores quieren morir donde han nacido. Disminuye el crecimiento vegetativo y el resultado es que mueren más que nacen. En definitiva tierra de campos es un país de viejos, de niños que esperan el día de su marcha para regresar solo a enterrar a sus mayores.
La tierra es ahora monótona y desnuda, de la que brotan cardos y mielgas en sus barbechos, sin árboles, sin césped, sin pastos, sin ganados, sin huertos, sin apenas pájaros que vuelen su cielo ni picoteen sus rastrojos, habiendo desaparecido las especies más representativas como la abubilla.
En remotas épocas se cree que tierra de campos poseía los mejores bosques de España. El ganado que hoy está ausente de esta tierra, vivió saneando economías y engordando a los habitantes de otras regiones españolas. A principios del siglo XIX. una sola familia Los Benavides, poseía cuarenta mil cabezas de ganado ovino en Villarcázar de Sirga. Quizá hoy en toda la provincia no se encuentre una cifra semejante. La industria hoy es inexistente, donde no hace mucho eran famosas las hilaturas y curtidores de algunas localidades de tierra de campos. Y ¿Qué decir de los viñedos. El término Municipal de Santillana de Campos, poseía 32 viñedos en el año 1925. De ello, solo han quedado algunas bodegas sin vino propio como recuerdo de lo que existió, mientras en otras tierras de Castilla, han hecho realidad el sueño de nuestros antepasados con sus elaboraciones de vino Rivera de Duero, Toro, Rueda, Valdevimbre, Cigales, e incluso uno de los más afamados del mundo: Vega Sicilia. ¿a que se debió esta desaparición de nuestros viñedos? ¿Qué presiones existieron para que los cupos existentes se trasladasen a otras tierras?
No podemos buscar culpables de esta situación actual en nuestros mayores, pues en la historia reciente, nuestros antepasados inmediatos, harto han sufrido para sobrevivir y sacar adelante la prole en este ambiente hostil y sin medios suficientes, donde todos los movimientos económicos iban en su contra. A ellos solo podemos admirarles y darles el reconocimiento a su resignación y esfuerzo para sobrevivir en este entorno tan poco propicio y en una sociedad esmerada en esquilmar su patrimonio. Nosotros, nuestra generación, tampoco podemos arrepentirnos de haber optado bien por nuestro propio convencimiento u obligados por la situación de futuro incierto que se nos ofrecía, el haber tenido que emigrar a otras tierras,
La responsabilidad nuestra nos llega ahora, a los que ya tenemos esa edad imprecisa que para los niños somos ya viejos y para los mayores somos aún jóvenes. Nuestra primera obligación es reconocer la situación real para poderla corregir con nuestra propia voluntad y especialmente con acciones programadas de lucha para situar nuestra patria chica en el lugar que le corresponde por su historia y por el valor que ha añadido a otras regiones, anteponiendo incluso su propio bienestar por el de las demás regiones.
No es suficiente venir a esta tierra como turistas a su propia patria, ni como emigrantes arrepentidos. Se trata de reivindicar con fuerza lo que queremos de ella para el futuro. Cada uno de nosotros puede sensibilizarse con la situación y tratar de preparar una forma de vida tal que nuestros descendientes no tengan que culparnos de no haber puesto el remedio aún tardío para evitar la desertización total de este país.
Hemos de tratar de volver a ver en nuestros pueblos que los corrales tengan materia orgánica y no cemento, las eras vacías y sin vegetales convertirlas en huertos con frutas y hortalizas, transformar nuestras plazas en jardines florecientes, que nuestros quiciales de las puertas vuelvan a adornarse con tiestos y fundamentalmente plantar árboles en esas tierras improductivas y abandonadas a la erosión de la climatología
Hemos de ayudar a nuestros jóvenes para que reinventen la industria y la ganadería en Tierra de Campos, así como para que vuelvan las bodegas a tener vino de la tierra.
Conseguir que los políticos conozcan su existencia, aunque sea a base de presiones hostiles.
Hemos de hacer cuanto no han podido hacer nuestros mayores en su época, dado que tenían otras prioridades a conseguir dentro de la escalas de Maslow.
Hemos de utilizar los medios de comunicación modernos y tratar de hacer valer con insistencia y valor cuanto esta tierra ha tenido y tratar de restablecer su grandeza, sin odios ni rencores, pero haciendo valer cuanto esta tierra ha aportado y está aportando a la subsistencia de esta nación de España, dando a conocer su estado de abandono al que ha sido sometida y la injusticia tratada en todas las etapas anteriores desde su propia existencia como tierra de campos.
Hemos de volver a implantar nuestras costumbres abandonadas, nuestras canciones antiguas, nuestras palabras y frases que usaban nuestros antepasados, incluso no permitir que palabras tan ricas como bodegas, se transformen en chocos, consecuencia del mal uso de nuestra propia palabra. En definitiva, tenemos una cultura propia y rica, que no podemos abandonar ni modificar con modernismos traídos de otros lugares cuya historia nada tiene que ver con la realidad que nos aplasta.
Hemos de hacer valer cuanta historia nos corresponde, sin cesiones ni concesiones por conceptos nacionalistas, abanderando nuestro territorio como la posible salvación de los malos tiempos que se avecinan en los pueblos y ciudades más progresistas en esta nueva etapa de crisis crónica en la que nos han metido los gobiernos con inversiones desorbitadas y fuera de parámetros de prudencia a cambio de favores a los gobernantes de turno para seguir esquilmando la nación con sus embustes y mentiras.
Puede ser una utopía, pero la utopía es el sueño de los inconformistas, entre los que me encuentro cuando trato de la tierra que me vio nacer y que tanto amo.
Fernando de la Hoz Elices