De cómo se llegó a la grave crisis que azota al país y de cómo se puede salir de ella
FERNANDO DE LA HOZ ELICES
Erase una vez, y no hace mucho tiempo, que los ciudadanos de una nación llamada España vivían de su trabajo, compraban sus casas, tenían coche, y hasta podían pagarse la gasolina o el gasoil que consumían en sus viajes. Viajaban en avión a países remotos para conocerlos. En ocasiones excepcionales, se iban de crucero para disfrutar de paisajes y lugares extraños. Celebraban sus acontecimientos en restaurantes de moda, se respetaban unos a otros, hablaban sin gritar y con educación, actuaban con ética en sus profesiones, sus hijos estudiaban carreras en las universidades, en definitiva, eran felices y comían perdices porque pertenecían a la clase media de la sociedad.
Erase otra vez, en época más reciente que en el mismo país, los ciudadanos cedieron su felicidad y bienestar a unos políticos que en listas cerradas presentaban los partidos a cambio de unas promesas que hacían cada cuatro años, en los que les ofrecían administración mas justa y distributiva, envuelta en retòricas palabras.
Los gobiernos que así se les llamaba, administraban los bienes de sus ciudadanos mediante la implantación de impuestos, hasta que las garras de la insaciabilidad de los "desgobernantes" se apoderaron de todos ellos, repartiéndoles entre sus amigos, familiares y vinculados.
El hecho de ser y existir, era objeto de persecución de las garras impositivas, hasta su aniquilación y cierre de las empresas, autónomos y particulares que se quedaron sin sus empleos y bienes, porque en paralelo otros se lo robaban, eso sí, con métodos legales y hasta lícitos desde el punto de vista de la justicia implantada por el desgobierno de turno.
Las alternativas ante tal desbarajuste, se basaban exclusivamente en nuevas subidas de impuestos a la clase media, hasta conseguir que ésta se convirtiera en mendigos del subsidio del paro y de las asociaciones sociales.
Mientras tanto, las clases altas, aunque no se viese incrementada en número, si lo hizo en cantidad de riqueza amasada, teniendo privilegios comparativos de tal envergadura que sus patrimonios se incrementaban porcentajes desorbitados en períodos de tiempo muy corto, casi día a día.
Este país que pasó a denominarse Expaña, veía como los partidos políticos usaban para sus propios fines, fondos que estaban destinados a colectivos necesitados como los parados y pensionistas. La casta política impedía que se juzgase a sus responsables, interviniendo y ordenando a la fiscalía que se evitase el proceso penal a toda costa. Los inspectores del Banco de Expaña denunciaban que sus jefes miraban para otro lado respecto a los delitos políticos que se acumulaban especialmente en las Cajas de Ahorro, sin que se les hiciese caso. Un yerno del jefe del Extado, imputado por malversación de fondos públicos sin que se le impusiesen siquiera medidas cautelares. La fiscalía y los jueces, obedecían al poder establecido. Un presidente autonómico y partidos legalizados por las leyes Expañolas, decidieron con aspecto secesionista convertir en independientes a sus regiones, porque decían que Expaña les robaba. Asesinos que habían matado sin ningún arrepentimiento eran puestos en libertad alegando estado terminal cuando en realidad se reían de todo un pueblo. Había 300 casos de políticos imputados por corrupción.. En definitiva, el poder político tomaba permanentemente el pelo a la sociedad que le había elegido, situando al sufrido pueblo en un estado lastimoso de adormilamiento, alegando que no había otra alternativa que la que presentaban como mal menor auspiciada por las circunstancias.
Pero he aquí que erase otra vez que el hartazgo de la sociedad, la obligó a exigir a los mal llamados gobernantes a tomar decisiones con verdadera democracia, en la que cada individuo valía como los demás con independencia de su puesto en la sociedad. Se apostó por alternativas éticas para un verdadero equilibrio social, con la vista puesta en el bien común y no en el de quienes movían los hilos. No fue difícil encontrar alternativas impositivas recurriendo a quienes tenían intención de aplicar la racionalidad, para dejar de sacrificar a quienes honradamente cumplían con su tarea de ciudadano. Se recurrió a los técnicos del Ministerio de Hacienda que sabían de ello (Gestha), quienes implantaron alternativas sin sacrificar a los sufridos ciudadanos de clase media convertida en baja, hasta el extremo que se pudo reducir el déficit del Estado del 8,9% del año anterior al 2,8% exigido por el compromiso europeo para el año 2014. Importe que supuso la nada despreciable cifra de 63.800 millones de euros adicionales cada año,
Las medidas que implantó GESTHA, se basaban en relajar las políticas de ajuste y que permitieron no aplicar otras medidas con las que habían disfrazado la garantía de estabilidad, tales como la subida del iVA, supresión de pagas extras, endurecimiento de las prestaciones de dependencia, etc. Especialmente la subida del IVA, era injusta porque aumentaba el esfuerzo fiscal de las familias frente a las empresas y era «regresiva» porque afectaba más a los ciudadanos con bajos ingresos
Esta situación de penuria contrastaba con las personas que disfrutaban de ingresos superiores a 150.000 euros, que, además de consumir, tenían posibilidad de ahorrar e invertir en operaciones financieras EXENTAS del IVA.
Todo se consiguió a través del despertar de la sociedad civil, dirigida y orientada para corregir los desmanes de los partidos políticos existentes, y todos fueron felices, aunque no comieron perdices porque se las habían comido ya quienes habían sido los responsables de todos los abusos cometidos con los ciudadanos españoles, pero la nación dejó el letargo, despertó y volvió a llamarse España.