miércoles, 30 de mayo de 2012

HAY ESPERANZA, HAY SOLUCION

http://www.lne.es/opinion/2012/05/30/hay-esperanza-hay-solucion/1249208.html

Hay esperanza, hay solución

Una apuesta por la sociedad civil como la única salida viable de la crisis

03:12
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Hay esperanza, hay solución
Hay esperanza, hay solución
FERNANDO DE LA HOZ ELICES Quizás haya llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica y que va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los mercados o de la prima de riesgo. Hemos de asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando un partido por otro, implantando otra batería de medidas urgentes o convocando huelga general.


Hemos de admitir que nuestro país no ha alcanzado la situación en la que se halla de la noche a la mañana. Posiblemente sea el resultado de una cadena de acontecimientos y actuaciones que comienza en los inicios de la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la empresa, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Sólo prevalece que son de los nuestros y, por lo tanto, afines a nosotros.


Sí, hemos conseguido una nación mediocre, que con su sectarismo rancio ha llegado incluso a dividir a las asociaciones de víctimas del terrorismo y a volver a instaurar las líneas rojas y azules para diferenciar ideologías y hacer aflorar los rencores.


Tenemos una nación que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso «Gran Hermano» como única solución a obtener notoriedad y unos ingresos a falta de trabajo, por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su ineptitud y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza y amenazan al profesor si no le sigue su corriente.


Es mediocre una nación con una cuarta parte de su población en paro, que, sin embargo, encuentra más motivos para indignarse y manifestarse cuando le dictan que tiene que ir a una huelga general para insultar a quienes, con gran esfuerzo, tratan de seguir dando trabajo.


Pero aún no es tarde para reaccionar, la sociedad civil tiene la fuerza de hacer y decir «¡basta ya!» Es la única esperanza, y tiene la obligación de hacerse valer, pues es la única que con su fuerza y razón debe hacer reaccionar a los mediocres.


La sociedad civil, sobre la cual tanto se discute frecuentemente, y hasta en tono retórico, no puede ser identificada sólo con la existencia de una pluralidad de instituciones aptas para equilibrar la fuerza del Estado ante los mercados. Si bien esto es necesario, no es suficiente.


Stefano Zamagni aporta que la solución a la injerencia del Estado en beneficio del mercado necesita de un despegue de las formas de organización económica que configuran una moderna economía civil, basada en la confianza recíproca.


La clave está en la exigencia de altos niveles de cooperación, y esto presupone la existencia de fuertes vínculos de confianza entre los agentes económicos. Una investigación por cuenta del Banco Mundial fija el nexo entre el grado de confianza que prevalece en las relaciones interpersonales y en los niveles de inversión privada. La mayor parte de los países que generan un grado de confianza superior a la media consiguen niveles de inversión mayores de lo previsto. En definitiva, se puede afirmar con seguridad que el mercado es una institución regida esencialmente por la confianza.


¿Qué es lo que hay que hacer en una sociedad para que crezcan las estructuras de confianza? La sociedad civil es el lugar ideal destinado a generar la disposición para la confianza y usar la estrategia de Roniger, tratando de concentrar la confianza sobre experiencias personales y sobre actores sociales específicos, desarrollando el reconocimiento recíproco de las identidades y el compromiso de no engañar ni traicionar a nadie.


Igualmente, la generalización de la confianza presupone, por un lado, que crezca el nivel de la competencia técnica que sirve de base para la certificación de la confianza -éste es el rol clave de las profesiones liberales y de una ágil burocracia- y, por el otro, que la práctica de códigos éticos por parte de las empresas alcance esa zona crítica, más allá de la cual el mercado puede funcionar por el mecanismo regulador de la reputación.


En una palabra, la estrategia consistirá en favorecer la emergencia de un nuevo espacio económico, el de la «economía civil», donde prevalezca el principio de reciprocidad y donde no es suficiente tratar de conseguir una sociedad justa, sino una «sociedad decente», es decir una sociedad que «no humille» a sus miembros distribuyendo sus beneficios pero negando «la humanidad».


Las motivaciones que dan cuerpo a la reciprocidad son tan legítimas como las interesadas. Cuando falta la competencia efectiva entre las diversas clases de oferta es el consumidor quien ve reducida su propia esfera de libertad, como sucede en la actualidad ante una sociedad cada vez más abundante, cada vez más capaz de inundarnos con productos, pero también cada vez «más indecente».


Apostemos, pues, por una economía civil como solución a nuestra situación actual, en la que la mediocridad impide el desarrollo de una sociedad decente.

viernes, 4 de mayo de 2012

RENTABILIDAD MEDIOAMBIENTAL EN EPOCA DE CRISIS

http://www.lne.es/opinion/2012/05/04/rentabilidad-medioambiental-epoca-crisis/1236753.html

Publicado en La Nueva España de Gijón, 04-05-2012

 
RENTABILIDAD MEDIOAMBIENTAL EN EPOCA DE CRISIS
¿Por qué he de preocuparme por la posteridad?¿Qué ha hecho la posteridad por mí? (Groucho Marx)
La posteridad no vota, sin embargo la preocupación por el medio ambiente se centra en modificar los hábitos  de los habitantes de hoy en beneficio de futuras generaciones.
Lo que en épocas de prosperidad, puede ser y de hecho ha sido un inconveniente para que los gobernantes tomen medidas drásticas en beneficio del medio ambiente, en épocas de crisis puede ser una oportunidad y tratar de reconciliar lo ecológico con el aprovechamiento y crecimiento económico.
Sin lugar a dudas, toda política medioambiental es necesariamente intervencionista. Sin la intervención de los gobernantes, no podrá protegerse el entorno. Yohn Stuart Mill lo anticipó hace dos siglos. ¿Acaso no existe la propia tierra, sus bosques, sus aguas por encima y por debajo de la superficie?  Ante esta herencia que ha recibido la raza humana, no debe ser el azar el que decida sobre qué derechos y en qué condiciones pueden ejercer los ciudadanos sobre cualquier parte de esta tenencia común. Ninguna función gubernamental debe ser más importante que la regulación de estas cuestiones, ni más relevante para la idea de una sociedad civilizada.
Uno de los políticos liberales británicos más radicales, Nicholas Ridley, justificó la intervención estatal en la política medioambiental con una metáfora contundente.” La contaminación, como el fraude , es algo que impones a otros contra su voluntad en busca de un posible beneficio económico”. Como la prevención de la violencia y el fraude, el control de la contaminación es en esencia una actividad que el Gobierno, en cuanto protector del interés público frente a todo interés particular, ha de dirigir y regular.
Algunos opinan que no vale  preocuparse por la contaminación por el hecho de que es una consecuencia del mundo económico y su hábitat.  También Dios creó la mosca con su sabiduría y olvidó decirnos para qué. ¿Eso significa que debemos dejar que nos molesten? La contaminación, debe ser tratada como un mal de futuro. Nuestra responsabilidad es tratar de minorar sus efectos.
¡Qué oportunidad tienen ahora los gobernantes municipales ante  esta crisis!, que ha subido a las nubes los precios energéticos, para conciliar la contaminación de sus ciudades con el aprovechamiento económico de sus medios. Sus resultados pueden ser  más eficaces en cuanto ahorro energético, y por tanto en abaratamiento de costes, en transporte para los ciudadanos, más que cualquier otra medida  reductora de las que se están tomando para equilibrar el déficit, tales como elevación de impuestos, bajada de salarios, etc. Hasta ahora, la mano invisible del mercado, no ha sido capaz de armonizar  los intereses del individuo o de la empresa con los de la sociedad en su conjunto.
La mayoría de los ciudadanos utilizamos el coche individualmente para ir al trabajo, en lugar de hacerlo en autobús. Los costes en este caso, para la sociedad en su conjunto, tanto por la contaminación que causa el tráfico, y por el deterioro en consecuencia de la capa de ozono, exceden a cualquier  coste privado imputable a un individuo o empresa. Este es abrumadoramente ineficiente socialmente. Quienes tienen el poder de decisión en las ciudades han de intervenir para ajustar los costes privados a los causados a la sociedad en sentido amplio.
Si el que contamina paga,  los usuarios contaminantes, debemos satisfacer las costes de las acciones que recaen sobre la sociedad en general ¿No paga una empresa por contaminar? ¿No tiene una empresa que invertir para evitar la contaminación? ¿Por qué los individuos no tomamos conciencia de ello y ayudamos a la mejora ambiental , a la vez que reducimos  gastos en energía escasa y por lo tanto cara?
Invito a los gobernantes locales a que aprovechen  la oportunidad que tienen ahora de intervenir en la política medioambiental, y hagan uso del sentido común para modificar los hábitos de sus ciudadanos.  En esta ciudad existe un empresa Municipal  de transportes (Emtusa) muy propicia a ser optimizada en recorridos que eviten en lo posible el uso de los transportes privados dentro de  la ciudad, a la vez que establezca enlaces con los polígonos industriales y otras zonas del entorno para minorar los usos de vehículos privados. Con un incremento  del uso, es obvio que los ingresos de esta Empresa  compensarán en parte el déficit tarifario existente en la actualidad, al que el Municipio tiene que hacer frente para conseguir el equilibrio presupuestario de ingresos y gastos.
Es obvio que todo ello debe ser motivo de un estudio en condiciones de la movilidad de vehículos en la ciudad, pero sus consecuencias pueden ser muy  eficaces para los bolsillos de los ciudadanos, para el saneamiento de las arcas municipales, para la reducción de los efectos contaminantes y por lo tanto el efecto del daño medioambiental,  y fundamentalmente, como dijo Margaret Thatcher en su discurso del partido conservador británico en Octubre de 1988 que marcó su paso de Dama de Hierro a Diosa Verde: “La tierra no puede ser el feudo de ninguna generación”. “El uso de la tierra es un arrendamiento de por vida con la obligación de mantenerla en perfecto estado”
No hay crisis sin oportunidad.  Saber aprovecharla será la fuerza de un gobierno municipal, para salvar las debilidades y amenazas de esta situación crítica en el aspecto económico y medioambiental.