miércoles, 21 de diciembre de 2011

La luz de la música joven

http://www.lne.es/opinion/2011/12/21/luz-musica-joven/1174014.html

La luz de la música joven

El talento de Eduardo García Salueña y sus inicios de chaval en el Ateneo Jovellanos

 03:04  
La luz de la música joven
La luz de la música joven  
FERNANDO DE LA HOZ ELICES No puedo ocultar mi satisfacción. El domingo día 18, asistí junto con Conchita (mi mujer) a un concierto de música en el teatro Jovellanos. Se trataba de un concierto incluido en el catálogo de compositores asturianos, dentro del ciclo de jóvenes. No podíamos faltar, se trataba de Eduardo García Salueña al piano.

Hacía tiempo que no lo veía, pero me siguió pareciendo el mismo de siempre, aquel chaval que tuve la oportunidad de conocer y admirar ya entonces por sus trabajos, cuando desde el Ateneo Jovellanos nos habíamos impuesto dinamizar el apoyo a los jóvenes para rejuvenecer su estructura.

Bajo su responsabilidad por delegación y supervisión de Paco Santamaría y mía, directivos entonces del Ateneo Jovellanos, Eduardo dirigió un programa de Música Joven, con un éxito inimaginable gracias a su talento, ganas, valor, trabajo, esfuerzo y sobre todo paciencia. Este programa, novedoso en cuanto a organización y contenido, tuvo seguidores adictos a sus charlas, conferencias y conciertos especiales, que hoy en día aún lo recuerdan como pude comprobar en el patio de butacas del teatro Jovellanos el pasado domingo.

Una señora que aplaudía intensamente desde mi butaca colindante me dijo al final del concierto que había nacido una estrella. No pude por menos que decirle que la estrella ya había nacido allá en el año 2005 en el Ateneo Jovellanos, sólo que ahora se empezaba a ver su luz.

El folleto que a la entrada del teatro nos entregaron me produjo un sobresalto al leer su amplio currículum para tan poca edad. Allí constaba en sus inicios su colaboración con el Ateneo Jovellanos. Esa colaboración tan poco reconocida a aquel grupo de jóvenes que entonces tanto dieron por esa institución dirigiendo actividades de música, cinefórum, premios primavera, dinámicas de grupo y otras muchas, con el ánimo de dinamizar y cambiar la faz de un Ateneo viejo y obsoleto, de los cuales casi todos están triunfando en sus profesiones paralelas a las tareas de colaboración que tenían asignadas entonces.

No voy a recordar ahora el escaso reconocimiento a estos jóvenes entonces, salvo la parte imputable a quienes sólo hacen valer los actos que protagonizan directamente o les facilitan protagonismo personal, despreciando o dejando en el vacío de la inexistencia lo que otros realizan.

Lo importante ahora es que Eduardo, en la música, ya tiene luz propia, y para quienes le hemos aportado en algún momento apoyo supone un orgullo. Estoy seguro de que también el Ateneo Jovellanos -donde inició su colaboración- escribirá algún día su nombre en letras mayúsculas, pues sabido es que, con independencia de las personas que las rigen, las instituciones permanecen.

Mi enhorabuena, Eduardo, por tus obras compuestas con las que nos hiciste pasar una velada muy grata, especialmente por las de entrada y cierre: Termositón.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Se busca trabajo, no puesto de trabajo

http://www.lne.es/opinion/2011/12/09/busca-trabajo-puesto-trabajo/1168378.html

Se busca trabajo, no puesto de trabajo

La reorganización del mercado laboral que se avecina

 03:23  
Se busca trabajo, no puesto de trabajo
Se busca trabajo, no puesto de trabajo  
FERNANDO DE LA HOZ ELICES Algo muy importante se está moviendo en el mundo laboral. El empleador y el empleado quizá sean términos que quedarán en el olvido en la tercera revolución industrial, para dar paso a una relación contractual empresa-profesional por unos servicios y contraprestaciones acordados.

Tendremos que acostumbrarnos a defender el trabajo en lo sucesivo, no el puesto de trabajo. Éste fue implantado en el proceso de organización que establecía las distintas tareas en el sistema productivo, al que hizo referencia Frederick Winslow Taylor, pero ¿tiene sentido en la actualidad?

Los puestos de trabajo se agrupaban según la función que desempeñaban en las organizaciones: ventas, administración, sistemas, directivos, técnicos, etcétera. A su vez, todas estas formas de agrupar los puestos de trabajo permitían realizar tareas relativamente complejas, como, por ejemplo, definir competencias o requisitos técnicos o de experiencia para cada grupo de puestos de trabajo.

Todo ello permitía llevar a cabo valoraciones de puestos de trabajo, asignando a cada uno una banda salarial en función de lo que se estimaba su valor en el mercado laboral, incluso se determinaban sus remuneraciones en convenios colectivos, pudiendo además identificarlos con perfiles, es decir, definiendo el contenido teórico ideal de un puesto de trabajo determinado. Servían además estas agrupaciones para gestionar el rendimiento, identificar necesidades formativas y motivar a los profesionales, bajo la premisa de que el puesto de trabajo era estable y potencialmente permanente.

En las empresas y las organizaciones se describían los puestos de trabajo asignándoles unas tareas más o menos detalladas que intentaban reflejar el quehacer diario de la persona que lo realizaba, formando parte incluso del reglamento de régimen interno de la empresa. Hoy en día, si queremos identificar el estado evolutivo de una empresa en materia de gestión de personas, no tenemos más que echar un vistazo a su estructura y observar que cuanto más detalladas sean las descripciones de los puestos de trabajo más atrasada está la organización si queremos valorarla en la evolución del conocimiento.

Ahora, en la situación actual, es absurdo seguir hablando de puestos de trabajo, porque la naturaleza del trabajo ha cambiado. Lo que tiene sentido es hablar de proyectos desde una perspectiva cotidiana y especialmente adaptando el quehacer a la necesidad de cada momento de la organización, en la que la movilidad funcional no tenga más cortapisas que la del conocimiento y no la voluntariedad. También hay que advertir dentro de la evolución del trabajo la desaparición de la exclusividad, al menos como requisito habitual. Ahora el empleado debe comprometerse en exclusiva con el empleador, es decir, tiene un único proveedor de trabajo. En lo sucesivo, un proyecto y no un puesto de trabajo, desarrollará una tarea de una empresa o de varias, gestionará cuentas de varias empresas y, en general, serán profesionales prestando servicios a profesionales o a organizaciones.

El mercado laboral futuro traerá una relación profesional-empresa que abandonará el dominio empresarial para dar paso al diálogo entre marcas-empresas-personas en busca de resultados. Se trata de una oportunidad para resolver los problemas causados por la excesiva especialización, la atomización y la falta de sentido de los puestos de trabajo de hoy, mediante la recuperación de la autonomía y de la responsabilidad.

Ya no tendrá sentido hablar de perfiles adaptados al trabajo a realizar, porque éstos pasarán a ser algo mucho más complejo, rico, variado y dinámico. Las personas tendrán que aprender durante toda la vida y, en consecuencia, su perfil estará en constante evolución.

Cambiará el mercado de trabajo, evolucionará la remuneración de los profesionales y se transformarán las empresas. Lo que importa ahora es entender que el puesto de trabajo como tal, definido y limitado a tareas específicas dentro de una empresa, desaparecerá y cuanto antes nos adaptemos, mejor. Sólo queda esperar que lo entiendan todos los actores sociales y empresariales, cuanto antes, y se refleje en las nuevas relaciones laborales.